domingo, 19 de octubre de 2008

Camino





Hará unos 10 años le regalaron a mi madre un libro sobre la historia de una niña de 14 años que había muerto víctima de un grave cáncer.

Alexia era el nombre de esa niña y de ese libro, y su autora una antigua profesora, Victoria Molins.

Un par de años más tarde, tendría yo 12 o 13, encontré el libro por casa y me puse a leerlo, y lo terminé. Estos días volveré sobre él.

El viernes fui al estreno de la película Camino que "recrea" los últimos meses de la vida de Alexia.
La obra escrita cuenta con total objetividad y con un acercamiento a los sucesos con una gran exactitud.
La vida de Alexia transcurre en el seno de una familia muy vinculada al Opus Dei que ve como unos fuertes dolores de cabeza son algo mucho peor. Inculcada y formada en los valores de la Obra, el libro trata de mostrar al mundo la fuerza de una chica que se resigna profundamente a lo dispuesto por Dios y trata en vez de que sea su familia la que le dé ánimos, es ella la que anima a su familia y a todos sus allegados a que mantengan la alegría. Sobre todo, a sus padres y a sus hermanos. Todo entendiéndolo dentro de la doctrina del Opus Dei, pero no con la radicalidad que ofrece la versión cinematográfica.

Javier Fesser continúa fiel a su forma de narrar.

Desde luego, la visión que transmite la película a la del libro es bastante distinta y distorsiona bastantes elementos de la realidad como la "inventada forma de reacción de la madre por la muerte de un anterior hijo o hasta el número de hermanos de Alexia, que en la película sólo existe una hermana mayor. Además, muestra muy poca objetividad a la hora de como llevaron sus padres la enfermedad. Frente a un padre que sufre por la paulatina "desaparición de su hija", la madre en algunos momentos habla del dolor de su hija como algo redentor y por fortuna, situación muy controvertida a la que se cuenta en el libro.

Hay que señalar que la familia de Alexia González Barros no está deacuerdo formalmente ni materialmente con la versión que ofrece Fesser de esta historia. Uno de sus hermanos se ha mostrado "perplejo" por las declaraciones de Fesser en las que dice que el filme "es una ficción donde no hay nada inventado" y le pregunta por qué no retiró el nombre de su hermana del texto que aparece al final de la película, ya que la familia lo "pidió formalmente".

El libro trata de ser un ejemplo de valentía, de ayuda a familias que se pueden encontrar en la misma situación que la de Alexia, mientras que la película ataca a una forma de vida de una manera totalmente inventada, una situación vivida de forma durísima y en algunos momentos hasta pueden resultar macabros.

Fuera de la historia de Alexia, la película estaría bastante bien para contar una historia inventada, pero no para mentir sobre el dolor de una familia y el contenido de un libro.

Es una pena que se haya llevado a los cines la historia de esta entrañable niña nada más que para hacer dinero mintiendo.

A los que tengáis pensado ir a verla id preparados porque ha sido la película más dura que he visto nunca.

3 comentarios:

Miguel A. Pazos Fernández dijo...

Javier Fesser es un director bastante bueno, no entiendo como ha hecho eso... En fin, ni leí el libro ni vi la peli, así que no puedo opinar mucho.

Un saludo

Anónimo dijo...

La familia debería star amparada por los tribunales ante esta grave falta de respeto.

Me sumo a la causa.

Anónimo dijo...

Fesser ha utilizado y manipulado la hermosa historia de una niña y de su familia para hacer una crítica personal a la Iglesia, a la que pretende dibujar como una institución fría, oscura, carroñera y sin sentimientos.

Nada más lejos de la realidad. La historia que cuenta Fesser ha causado indignación -por su falsedad- en la familia de Alexia y entre las autoridades eclesiásticas.

Con esta película, Fesser ha puesto en evidencia una gran falta de ética profesional junto con una falta de humanidad hacia los sentimientos de una familia que, tras sufrir la pérdida de un ser querido, tiene que sufrir ahora las difamaciones de un director de cine ávido por hacer méritos entre la progresía laicista de nuestro país.