viernes, 10 de septiembre de 2010

Se tiene que llevar a la práctica...

¿Todo el mundo tiene una idea de política? no lo sé.
Pero estoy firmemente convencido de que aunque haya gente que la política sea algo substancial en sus vidas, los asuntos que puedan repercutir en la sociedad, que es para mí verdaderamente la política, sí que importan y más si afectan a temas injustos.

A veces, se pueden tener dudas sobre qué opinión tener al respecto en determinados temas. Yo las tuve en muchas materias.
Pero en lo que sí que no tengo dudas es mi manera de entender la política, para algunos es idealismo para otros una buena manera de entender la realidad social de Galicia, a la cual no todos aspiran a comprender y, además, muy pocos supieron cuál era el verdadero corazón de Galicia.

Creo que todos los partidos tendrían que mejorar en muchos aspectos. No renegaré nunca a creer que sea posible que hablar de izquierdas o derechas despectivamente en este país sea parte del pasado. En esto admiro a países como Francia o EEUU, que no tienen perjuicios en manifestar sus opiniones sin ambigüedades por miedo a ser etiquetados con épocas anteriores que creo deberían estar superadas por todos.

Un buen político, aparte de por su validez, tiene que mostrarse cercano y comprometido con el ciudadano, de tú a tú, como si fuesen uno mismo.

Por eso, los grandes políticos que se tienen como modelos son los que "patean la calle", escuchan y saben escuchar a todo el mundo, al de arriba como al de abajo.
Un partido tiene que ser interclasista, moderado en sus ideas y de base popular, que para ello existen, para representar y trabajar por el pueblo, sin distinciones y sin primacías.

Cuando los partidos políticos demuestren a todo el mundo que son partidos interclasistas, que uno no descalifica al otro por hechos acontecidos en nuestra historia, que ambos son reformistas, y que ambos escuchan por igual al ciudadano, a nadie le asustará o se mostrará preocupado por un cambio de gobierno contrario a sus ideas, y, por fin, a nadie le intimidaría hablar con claridad y decir lo que piensa sin ambigüedades o sin importarle quién está desempeñando el honor de dirigir los asuntos políticos de nuestras administraciones públicas.

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