sábado, 2 de mayo de 2009

El 2 de mayo



Hace 200 años, aprovechando las discordias de la corte y el gobierno, Napoleón ocupó España y se convirtió en árbitro de la situación. Desde 1808 se sucede la Guerra de la Independencia.
El pueblo, en su mayoría analfabeto, manipulado por la iglesia y la aristocracia se levantó "en defensa de la nación, el rey y la religión". Se definían dos bandos, por un lado aquellos que ven en la intervención francesa la posibilidad de realizar los cambios necesarios y por otro los partidarios de una restauración en la figura de Fernando VII.

En este ambiente hay que encuadrar las obras de Goya, de gran contenido histórico, pues los acontecimientos le marcan profundamente. Como esta obra "Los fusilamientos de la Moncloa" o comunmente conocido "los Fusilamientos del 3 de mayo", que a todo alumno de Arte nos tocó estudiar en 2º de Bachiller. Obra que describe los fusilamientos de un grupo de personas humildes a manos de los franceses en lo alto del monte Príncipe Pío, que recrea la sinrazón de los atacantes. La venganza por la sublevación del día anterior. Frente al pelotón, perfectamente alineado, se encuentra un grupo de seres humildes y al que domina el terror ante una muerte inminente. Recrea por primera vez la guerra sin heroísmos clásicos, sólo aparece desmitificada, con masacre y desastres.

Tras estos fusilamientos y por la negativa de las familias españolas para dar sustento alimenticio a las tropas napoleónicas comenzaron, con los llamamientos desde Móstoles, los levantamientos populares. Un conjunto de guerrillas populares hicieron frente a todo un ejército francés, que fue derrotado en la Batalla de Bailén.
En la Provincia de Pontevedra fue gracias a la contribución de los partidos judiciales de Caldevergazo (A Lama-Covelo-Ponte Caldelas), Soutelo de Montes, Campo Lameiro y a mis vecinos de Cotobade, donde se formaron espontáneamente juntas guerrilleras lideradas por los párrocos y el alcalde de Cotobade García Cordeiro, que bajaron con el famoso "Canon de Pau", para darle duro a las tropas de los mariscales Soult y Neille en la que sería conocida como "Batalla de Pontesampaio", donde nuestros antepasados al mando del general Murillo les dieron a los franceses hasta en el carnet de identidad.

Uno de los episodios más negros de nuestra historia no sólo tuvo trágicas consecuencias sociales y económicas, sino que sirvió para impregnar España del sentimiento constitucionalista traído de Francia y que se plamó en el Estatuto de Bayona y en la Constitución de Cádiz.

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