miércoles, 4 de febrero de 2009

La broma de wyoming lo retrata como en verdad es

Un locutor de televisión dice haber engañado a un competidor que se tomó en serio una representación de su mal humor proyectado sobre una becaria. Yo creo que se precipita, porque en realidad aún no ha podido demostrar que el citado competidor se lo haya creído. Al competidor le bastaría con mostrar una supuesta cola ignota del vídeo máster con un cartel que dijera: «Sabemos que, a pesar de las apariencias, no estás representando una farsa, y que, en el fondo, eres así de cabrón. Y hemos pasado una buena tarde divulgándolo.» Es lo que tienen las estupideces, que son como muñecas rusas.

Ahora bien, a las estupideces socialdemócratas las adornan siempre diversas plusvalías. Como al FC Barcelona. Según han informado ellos mismos, los farsantes quisieron hacer pedagogía con el competidor y desmostrar que no verifica sus informaciones. Es tan conmovedor que me mareo. ¿Pero qué es lo que habría de comprobarse? ¿No estaba acaso el locutor maltratando de suboca a una becaria? Para su desgracia, aunque es muy dudoso que los farsantes alcancen a comprenderlo, esa escena ha existido y es veraz. Y por otro lado: ¿acaso la empresa (perfectamente enterada y cómplice de los manejos) no remitía al programa y al propio locutor («esta noche hablará del asunto») como toda explicación? Mucho peor son los buenos sentimientos que exhibieron. En el momento de desvelar la farsa, la locutora del locutor vino a disculparse ante los miles y miles de personas que habían caído en el engaño. No pensamos que iban subirlo a youtube, argumentó con suprema y pálida candidez, como echándole la culpa al competidor. Igual que el bobo de Welles, pidiendo perdón por los muertos que ocasionó su marcianada. ¡Oh, no! Si hubiera sabido que iban a morir…, snif.

Pero entre las plusvalías, despunta la impunidad. ¡Te la colamos gordito!, reventó el locutor de risa. Gordito. Repítanlo, pero será inútil: no oirán el eco indignado. ¡Son socialdemócratas! Ahora piensen en la posibilidad de que el competidor cogiera a una periodista socialdemócrata y la llamara gordita. O bajita. O cardito. Oh, socialdemócratas, todas las tardes jugando en campo propio. Disculpen, añoro las codas. Esta descripción perfecta de Andrew Anthony, en El desencanto, del tipismo socialdemócrata, esta gente, mon semblable, mon frère: «Me veía a mí mismo como alguien que comprendía el mundo y para mantener esa percepción era indispensable que no intentara comprenderme a mí mismo.»

Arcadi Espada

5 comentarios:

Miguel A. Pazos Fernández dijo...

Esta vez hay que reconocerle que ha hecho televisión. ¿Quién nos dice que esto no ha sido promovido entre las dos cadenas para que se hable de ellas? Mal o bien, pero que se hable.

Te invito a leer mi post de hoy.

Sísar dijo...

Creo que es de ley poner las dos versiones así que te dejo la continuación de este "pique"

http://www.youtube.com/watch?v=sFo5sJTzmHc

Anónimo dijo...

La trampa de Wyoming y la venganza de los 'titiriteros de la ceja'

Cuando el presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid, mi amigo Fernando González Urbaneja, estaba a punto de ofrecer amparo corporativo a la becaria humillada por Wyoming, según un vídeo filtrado al programa 'Más se perdió en Cuba' (Intereconomía), el propio Wyoming ('El Intermedio', La Sexta) desveló que todo había sido un montaje para dejar en ridículo a quienes ya se habían despachado a gusto contra el 'titiritero'. Así que González Urbaneja fue la víctima colateral de un nuevo episodio en la batalla por las audiencias.

Sin entrar en la guerra entre las cadenas de televisión, pero molesto por haberse sentido engañado -también él, aunque eso no entraba en los cálculos de Wyoming- el presidente de los periodistas ha tomado postura en el terreno de los principios. Como no podía ser de otro modo, ha reprobado con dureza el uso de la trampa y el engaño en el ejercicio de la profesión porque “revela desprecio e ignorancia de las reglas de este oficio”.

Amén. Son las generales de la ley. El recurso a estos métodos engañosos no puede defenderlo ni el presidente de los periodistas, por supuesto, ni nadie lo bastante íntegro como para tener a mano aún el manual de buenas prácticas. Pero me parece injusto que el rasgado de vestiduras se haga por cuenta de un programa-espectáculo que no es ni pretende ser un espacio informativo. Wyoming no es un periodista. Es un cómico. Y justamente da la medida de sus méritos profesionales en el cultivo de los recursos propios de un actor: la farsa, la parodia, la sobreactuación, la impostura, etc.

Es evidente que Wyoming hizo trampas al fabricar un señuelo para tender la celada. No es una buena práctica. Tampoco lo es relamerse por haber pillado en un renuncio al competidor sin tomarse la molestia de verificar la fuente (el filtrador era el propio Wyoming). Y para malas prácticas, todos esos programas en los que el insulto, la mentira, la manipulación y el verbo denigratorio hacia el discrepante son de uso común.

Asimetría argumental. O sea, ley del embudo. Eso supone descalificar a un cómico por urdir un montaje para vengarse de un medio de reconocida aversión a los 'titiriteros de la ceja' y se haga la vista gorda frente al obsceno amontonamiento de lo político y lo mediático (guerras de dossiers), el sectarismo en espacios presuntamente informativos (predicadores del alba) o el comercio de higadillos en los llamados programas del corazón (intimidades al peso).

Con la coartada de informar y formar criterio, ciertas tertulias televisadas nos vienen ofreciendo una aberrante mezcla de política, periodismo y espectáculo a mayor gloria de los índices de audiencia. Otra mala práctica. Pero tan habitual que ya nos parece normal, e incluso divertido, el empleo del insulto, el golpe bajo, la descalificación personal o la soflama partidista en boca de un periodista.

En cambio nos caemos del guindo con un payasoY a mucha honra, dirá él con toda razón. Porque el oficio del payaso es noble. Y difícil. Por tanto, meritorio. Hacernos reír. Casi nada. Y yo me he hartado de reír con la celada que Wyoming tendió a esta gente faltona de la llamada derecha sin complejos.

Antonio Casado

Anónimo dijo...

JAJAJAJA
vamos, que os la colaron,
gorditos!!

Anónimo dijo...

Jorge, non sei se serán as eleccións e andas algo raro pero ultimamente o ton do teu blogue me está desorientando. Por favor, non queiras parecerte a Dorado, un dos peores e menos currados blogues da rede.

Saúdps