Hay películas y películas, pero las hay que dejan huella.
Salvador Puig Antich, anarquista y activista durante la década de los 60 y principios de los 70, fue acusado por el asesinato de un inspector de la policía tras un tiroteo en el que participaba el propio Puig Antich.
Puig Antich fue encarcelado, acusado de ser el autor de los disparos sin haber una investigación conclusoria, posteriormente, fue juzgado en consejo de guerra y condenado a muerte por un régimen con sed de venganza tras el atentado contra Carrero Blanco. En toda Europa se organizaron manifestaciones pidiendo la conmutación de la pena capital, pero Franco se mantuvo firme y no concedió el indulto.
La familia de Salvador sigue a día de hoy pidiendo que se revise el proceso condenatorio.
No pretendo con esta publicación otra cosa que remover en las conciencias lo que España fue y lo que España es a día de hoy.
La España de nuestros padres carecía de cualquier anhelo de libertad o el Derecho a recibir un juicio justo. Era una España en el que existía la pena de muerte, que le fue aplicada a este activista.
No se puede justificar ni defender lo que hacía el Movimiento Ibérico de Liberación, pero sí se puede decir y reclamar que todo hombre, sólo por el hecho de serlo, tiene el derecho inalienable a recibir un juicio justo, con una pena justa, en el que no se decida sobre su propia vida.
Repudio todos aquellos regímenes que reconozcan la pena de muerte como una condena justa, sean dictaduras o democracias, que si democracias se hacen llamar, tienen muy poco de principios liberales y humanos.
Gracias a todos aquellos hombres como Manuel Fraga, Gabriel Cisneros, Miquel Roca, Peces Barba, Pérez LLorca, Miguel Herrero y Jordi Solé-Tura por elaborar la redacción de una Declaración de principios, la Constitución, con la que cualquier español recibiría una investigación justa, un juicio justo y una condena proporcional al delito cometido
Por la historia y por posibilitarnos haber crecido en una España en libertad.
"QUIEN NO CONOCE SU HISTORIA ESTÁ CONDENADO A REPETIRLA" (Ortega y Gasset).
Salvador Puig Antich, anarquista y activista durante la década de los 60 y principios de los 70, fue acusado por el asesinato de un inspector de la policía tras un tiroteo en el que participaba el propio Puig Antich.
Puig Antich fue encarcelado, acusado de ser el autor de los disparos sin haber una investigación conclusoria, posteriormente, fue juzgado en consejo de guerra y condenado a muerte por un régimen con sed de venganza tras el atentado contra Carrero Blanco. En toda Europa se organizaron manifestaciones pidiendo la conmutación de la pena capital, pero Franco se mantuvo firme y no concedió el indulto.
La familia de Salvador sigue a día de hoy pidiendo que se revise el proceso condenatorio.
No pretendo con esta publicación otra cosa que remover en las conciencias lo que España fue y lo que España es a día de hoy.
La España de nuestros padres carecía de cualquier anhelo de libertad o el Derecho a recibir un juicio justo. Era una España en el que existía la pena de muerte, que le fue aplicada a este activista.
No se puede justificar ni defender lo que hacía el Movimiento Ibérico de Liberación, pero sí se puede decir y reclamar que todo hombre, sólo por el hecho de serlo, tiene el derecho inalienable a recibir un juicio justo, con una pena justa, en el que no se decida sobre su propia vida.
Repudio todos aquellos regímenes que reconozcan la pena de muerte como una condena justa, sean dictaduras o democracias, que si democracias se hacen llamar, tienen muy poco de principios liberales y humanos.
Gracias a todos aquellos hombres como Manuel Fraga, Gabriel Cisneros, Miquel Roca, Peces Barba, Pérez LLorca, Miguel Herrero y Jordi Solé-Tura por elaborar la redacción de una Declaración de principios, la Constitución, con la que cualquier español recibiría una investigación justa, un juicio justo y una condena proporcional al delito cometido
Por la historia y por posibilitarnos haber crecido en una España en libertad.
"QUIEN NO CONOCE SU HISTORIA ESTÁ CONDENADO A REPETIRLA" (Ortega y Gasset).
3 comentarios:
Buena frase de Ortega y Gasset. Precisamente ese es uno de los grandes problemas en la España de hoy.
Un saludo
A veces se corre el riesgo de justificar el terrorismo por actuar contra dictaduras repudiables (no digo que tú lo hagas, pero ocurre mucho con lo de Carrero Blanco y ETA o cualquier vándalo en tiempos de Franco), pero esa misma lógica demente, la de aceptar los maligno por enfrentarse contra otro mal, nos llevaría de igual modo a justificar la pena de muerte frente al terrorismo.
agradecer a Fraga que? pero si fraga estaba en el consejo de ministros que no impidió ese asesinato bendecido por el Estado!
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