jueves, 10 de enero de 2008

La Asociación Gallega de Defensa del Soldado



Las fuerzas armadas siempre estuvieron presentes en la historia de España, tanto para bien como para mal.

El intervencionismo militar en la vida política española a través de los pronunciamientos y nombramientos políticos fueron una constante durante todo el s.XIX, podemos mencionar hechos como la sublevación en Cabezas de S.Juan del coronel De Riego con el fin de obligar a Fernando VII a aceptar y jurar la Constitución de Cádiz; la regencia de Espartero tras la dimisión de la reina Mª Cristina; la sublevación de Prim y Topete contra el gobierno de Isabel II, estallando la revolución La Gloriosa; la entrada en el Congreso de los diputados del general Pavía a caballo, derrocando en la toma de investidura el posible gobierno de centro-izquierda en los fatales finales de la I República; o el pronunciamiento militar de Martínez Campos en Sagunto proclamando como legítimo rey de España a Alfonso XII.

No seguiré relatando más acontecimientos históricos de este tipo porque son de sobra conocidos por nosotros... Primo de Rivera... Franco... Tejero...

Fue a partir de los años 60 cuando una parte muy significativa del ejército español comienza a adoptar otra conciencia política proclive hacia una democracia liberal.
Muchos de estos militares se concentraron en torno al grupo de "Militares para la democracia", que le costó a más de alguno prisión durante los últimos meses del franquismo.

Entrados ya en plena transición, militares insignies como Gutirrez Mellado, demócrata y español de principios, facilitaron que el proceso democratizador no se viera entorpecido por intentonas golpistas hasta la protagonizada por el coronel de la Guardia Civil, Antonio Tejero, que entró en el congreso de los diputados dando un Golpe de Estado en el día de la investidura de Calvo Sotelo como Presidente del Gobierno, una reproducción exacta del Golpe de Pavía en el s.XIX.

La concluyente intervención del Rey descalificando a los sublevados
, además de a esa parte del ejército que estaba más que integrada en el régimen constitucional, desdibujaron toda posible reinstauración dictatorial, militares que se mantuvieron al lado de la Constitución y que entraron a detener a los sublevados al grito de "por el rey".
Era un hecho que la mayoría del ejército, si bien es verdad, en algún caso, por lealtad al rey, aceptaron la legalidad democrática y asumieron sus obligaciones constitucionales "de garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad y el ordenamiento constitucional".

Hoy en día la Constitución, que es la carta garante de la libertad y seguridad de los españoles, tiene su mayor protección en las fuerzas armadas.
Es lógico que las Fuerzas Armadas tengan el mismo derecho a ser defendidas que otros grupos sociales o de trabajadores.

En Galicia existe la conocida "Asociación gallega de defensa del soldado", presidida por el abogado pontevedrés, ex-militante del CDS, miembro actual de la junta local del PP de Pontevedra con Telmo Martín y asiduo contertulio de la cadena Ser en las mañanas de los sábados, Pablo Galván.

Es muy importantes la labor de este tipo de asociaciones, sobre todo cuando nuestras tropas salen al extranjero, en muchos casos, en condiciones de guerra.

Fue bien conocida la denuncia, por parte de esta asociación, de que los vehículos militares no tuviesen aún inhibidores "cuando los coches de los conselleiros si los tienen", durante aquel atroz atentado en el Líbano contra las tropas españolas.
El compromiso con la seguridad y los derechos de los militares de esta asociación fue más allá de lo meramente reivindicativo.
Cuando Rodríguez Ibarra había dicho "que se mostraba partidario de la vuelta al servicio militar obligatorio", la asociación salió al paso tras su perplejidad, ya que afirman "que sólo desde sectores conservadores se piensaba así".
Habían criticado además que Ibarra hiciese un comentario muy ambiguo sobre el origen de los militares españoles "todos los muertos son españoles de Madrid para abajo o de más allá del Atlántico". La asociación denunció estas palabras aludiendo "a que los militares fallecidos son de diferentes CCAA", cuando el origen da igual, ya que todos son pertenecientes al Ejército español.

Su compromiso trata en defender las salidas y falsedades de la realidad en las palabras de los políticos, muchas veces hablando sin saber, promover la seguridad y las condiciones de los militares, como también, defender un Ejército Profesional como el actual, rechazando volver al servicio militar obligatorio, que había suprimido el gobierno de Aznar.

Es un orgullo
que haya gente que se interese y se preocupe desinteresadamente por unas personas que son garante de la vigencia constitucional y que, en muchas ocasiones, ponen en riesgo sus vidas por ayudar y proteger a los demás, como hacen los militares del ejército de la España constitucional.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

O ejercito espanhol é umha forza repressora das organizazóns patrioticas nazonalistas.

Ese artigo da Constitucion espanhola tem que ser iliminado se se quere avanzar nos piares ideolóxicos da democracia.

Galiza ceive!!!

Sísar dijo...

Nunca me dejarás de sorprender, excelente post.

Anónimo dijo...

Nación española
El nacionalismo sostiene que España no es una nación. Sin embargo la Historia demuestra que se trata de la primera nación de Europa. Hispania ya existía en los albores de nuestra era. Y se reconoce su existencia como nación en 589.




"Nación, en principio, no significó otra cosa que naturaleza o nacimiento, de acuerdo con los términos latinos. Esto implicaba la pertenencia a una determinada comunidad definida por sus estructuras jurídicas y el orden de valores éticos que garantiza sus costumbres.


"A finales del siglo III de nuestra Era, Diocleciano reconoció que la mitad occidental del Imperio estaba formada por seis de estas entidades a las que llamó diócesis, es decir, formas de convivencia. Una de ellas, África, desapareció a causa de la expansión musulmana, pero las otras cinco pervivieron formando aquello que Beda recomendó llamar Europa. De las cinco sólo dos, Hispania e Italia, conservaron su nombre demostrando la fidelidad al patrimonio latino. Las otras tres lo cambiaron: Britannia pasó a ser Inglaterra, las Galias se hicieron Francia, y Germania pasó a considerarse Deutschland, es decir, la tierra de los teutones.


"Durante toda la Edad Media esto se mantuvo firme, formando un patrimonio sustancial para el mundo. Y cuando en 1412 todos los reinos hubieron de coincidir en Constanza para poner fin al Cisma, que dividía a la Cristiandad, se reconoció que ésta, Europa, era tan sólo la suma de esas cinco naciones cada una de las cuales formularía un voto. No había coincidencia entre nación y estructura política. Esta identificación es posterior.


"Sin embargo es Hispania la primera que consigue esa unidad. Podemos invocar incluso la fecha concreta del 589 cuando se reconocen los dos signos de unidad, el catolicismo eclesiástico y la «lex romana wisigothorum» es decir, el Derecho romano custodiado por los monarcas godos. No eran estos últimos los garantes de la autoridad sino esas dos dimensiones que producían libertad. Esa Hispania se perdió, a causa de la invasión musulmana.


"El término «pérdida de España» es acuñado por un cronista en torno al 748. Fue necesario recobrarla partiendo de varios puntos de los que uno, Asturias, alcanzó notable significación porque desde allí se trataba de restaurar la Monarquía, signo de legitimidad. Se organizaron diversos modos de administración, algunos de los cuales se titularon a sí mismos reinos -al final cuatro- pero todos tenían conciencia de formar esa unidad, España, radicalmente distinta del Andalus musulmán.


"El rey Pedro IV de Aragón, queriendo hacer el elogio de Cataluña, escribió que esta era «la mejor tierra de España». Unos años antes un poeta tampoco se había quedado corto al decir en el Poema de Fernán González que «de toda España, Castilla es lo mejor». Las vanaglorias tienen también su lado positivo. La conciencia de unidad se fue acentuando.


"Las razones idiomáticas no separaban pues las diferencias eran tan pequeñas que las lenguas vulgares no necesitaban traductor. Las razones económicas pesaban mucho más. Es significativo que la primera vez que encontramos en un documento el término «nación española» se refiriera a los mercaderes y marinos que formaban una comunidad en Brujas. Como los vizcaínos predominaban en ella, en la capilla de los franciscanos a dicha nación atribuida, pusieron un escudo con el árbol y los lobos.


"Privilegios muy importantes consiguieron aquellos súbditos de los monarcas castellanos. Se explica bien que el mencionado Pedro IV se dirigiera a su yerno, el Rey Juan I, pidiéndole compartir tales ventajas con valencianos y catalanes, pues, a fin de cuentas, todos eran «españoles».


"Por este tiempo los vínculos matrimoniales entre los monarcas se fueron estrechando de un modo tal que, al fin, una sola dinastía llenaba las Coronas, un matrimonio, el de Fernando e Isabel, creó la Unión de reinos, y hubo un momento, entre 1498 y 1500,en que un niño, Miguel, figuró como heredero de España entera. Se explica así el entusiasmo del bachiller Palma cuando dijo «quien vido a España un reino, un principado tan grande». Con todos los respetos hacia el ministro señor Bono, esa es la España de los Reyes Católicos.


"Las ventajas se vieron muy pronto. Cataluña, que estaba hundida en un «desgavell» profundo -sus recursos no permitían ni pagar los intereses de la deuda pública- experimentó un cambio sustancial, «redreç» que podemos traducir como recuperación. Y desde el monasterio de Guadalupe se dictó la sentencia arbitral que suprimía aquella vergüenza de la servidumbre de los «payeses de remensa», aplicándose la norma también a todos los demás reinos. Naturalmente Isabel, lo mismo que su nieto el Emperador Carlos, fueron recibidos con calor en Barcelona a la que, como más tarde Cervantes, describirían con términos encomiásticos.


"Así se consolidó, en los siglos siguientes, pese a los compromisos asumidos en Europa, una nación española que era sustento de sus estructuras políticas y, para Europa, una aportación sustancial. Pues basta con que mencionemos cinco nombres, Dante, Goethe, Moliere, Shakespeare y Cervantes, para comprender la realidad. Y, también, el compromiso.


"Si la Unión de reinos fue un paso decisivo para España, la tarea que ahora nos incumbe es, sobre todo, cooperar en esa construcción de Europa, heredera de las cinco naciones, sin que eso signifique olvidarlas. Pues en el tiempo en que abandonaron ellas su conciencia de unidad, se enfrascaron en guerras destructivas cuyas últimas consecuencias estamos todavía viviendo.


"Que nadie olvide las crueldades del siglo XX. En esta hora crucial cualquier intento para deshacer la unidad estructural de la nación española significa causar un daño irreparable a esa civilización occidental que los europeos crearan.


"Conviene recordar a los españoles, también, la importancia de esos valores que constituyen la europeidad y que las generaciones precedentes ayudaron a construir. Reconocer posibles errores cometidos -la experiencia histórica nos demuestra que nadie, en lo humano, escapa a ellos- no puede significar el desconocimiento de los grandes logros. Pues España es una nación de naciones; quiero decir que fue capaz de crear otras, allende los mares, transmitiéndolas su patrimonio a fin de construir y progresar. Y dentro de ella misma fue creando valores profundos, que se instalan en lo universal: Miguel de Unamuno o Eugenio d´Ors son valores bien palpables. ¿Puede Cataluña renunciar al Tirant lo Blanch por el hecho de que su autor Joanot Martorell dijera que lo escribía en «vulgar valenciano»?


"La enfermedad típica de los nacionalismos -exagerada valoración de lo puramente nacional- es, indudablemente el recurso al odio. Y los valores éticos que la nación española siempre defendió, van por caminos distintos, lejos de cualquier racismo.


"Librémonos de desviaciones meramente individuales a fin de poder recobrar todo aquel fundamento común, que constituye el lado positivo de nuestra historia." Luis Suárez Fernández, Nación española.

Anónimo dijo...

Mientras los nacionalismos permanecen anclados en ideologías decimonónicas de raíz etnicista y totalitaria, el “españolismo” de quienes defendemos la Constitución se refiere a los derechos individuales de cada ciudadano.

Nuestro “nacionalismo” no está basado en la obsesión identitaria. Se fundamenta en el respeto a la Ley. No somos patriotas porque hayamos nacido o vivamos en España, sino porque aceptamos que los derechos de cuantos se llaman españoles proceden de unas leyes que todos nos hemos dado y que a todos nos igualan, con independencia del pueblo, la ciudad o la región en la que hayamos nacido. En consecuencia nuestro “españolismo” no existe sin los principios de igualdad y solidaridad plasmados en las leyes.

Nuestro “nacionalismo” es integrador porque las cosas que nos separan son mínimas a la vista de los elementos comunes que nos distinguen de terceros.

Considerar que los ciudadanos de las distintas autonomías son diferentes, que pertenecen a culturas distintas, que sus rasgos diferenciadores son más que los comunes, es o una sandez mayúscula propia de ignorantes, o una falacia demagógica de la peor calaña.

Atravesar España de norte a sur, de oeste a este, es contemplar un país con similares expresiones culturales y formas de vida semejantes. La única diferencia real es que “patata” se dice, en algunos lugares, de manera distinta. A veces en una lengua más o menos diferente, a veces con otro acento. Pero al final en todas partes la usamos para hacer tortilla.

Nuestro patriotismo no siente la patria en forma de pegatinas, distintivos, matrículas, denominaciones, camisetas deportivas, o de la lengua en la que vienen las instrucciones del móvil. A quienes consideramos que se puede ir más allá del nacionalismo periférico o del caduco nacionalismo franquista, nos importa un rábano cuántos metros mide la bandera de la plaza de Colón. Pero tampoco damos mayor valor a las banderas de las autonomías, ni a los innumerables símbolos totémicos que las representan.

La patria no es un símbolo sino la voluntad colectiva de ser libres e iguales. Y si hubiera que forzar la iconografía para hallar una imagen, el único símbolo aceptable sería la fila integrada por ciudadanos distintos, unidos frente a la urna.

Nuestro españolismo no es un sentimiento sino una serie de leyes: el conjunto de derechos iguales para todos que nos garantizamos unos a otros a través de instituciones que entre todos hemos establecido, y el conjunto de deberes a que esos derechos obligan. La lealtad es pues inherente a este patriotismo porque no es posible ejercer los derechos sin cumplir lo deberes.

Nuestro “españolismo” no es etnicista. El sujeto de nuestro patriotismo no es un territorio sino el ciudadano libre como centro de la vida colectiva. Por lo tanto nuestros derechos no se fundamentan en nuestra pertenencia a un colectivo, no tenemos derechos en tanto que grupo, sino como individuos, como ciudadanos.

Hay muchas diferencias entre los nacionalistas y quienes nos consideramos españoles, o españoles y… (póngase aquí el distintivo autonómico que se quiera).

Una de las más agradables reside en el hecho de que ser español no requiere ser nacionalista, con lo que nos ahorramos bastantes estupideces. Y más de una injusticia.

Anónimo dijo...

o exercito é tan bo que por iso tardou unha sema en ir a xudar no desastre do prestige, e logo encallou en ons, manda carallo..

no canto de dicir que o nacionalismo español non existe ou é algo diferente é unha contradicción entre moitas outras.

o españolismo ten e xa ven de lonxe o mesmo fanatismo e aires de superioridade que calquer nacionalista esaxerado.

os nacionalistas galegos non estamos de costas o mundo, é como no ateísmo, non facemos unha cruzada con el, senón que simplemente o disfrutamos.

e vós, primos de Rajoi, ala,
a manisfestarse pola familia

ajajajaaajaj

Anónimo dijo...

Hispania liberorum virorum patriam est.

España es la patria de los hombres libres.

Un saludo

Anónimo dijo...

Hispania non é o mesmo que España.
Hispania é un anaco dun imperio caído hai tempo.
España é un Estado moderno que non foi considerado como nación ata a constitución do 1812. É imposible que se recoñeza a súa existencia como nación no 589 (está moi ben iso de ir collendo anacos de artigos pola rede, pero hai que comprobar ata qué punto son fiables) cando dito termo comeza a recibir o seu significado actual en plena Ilustración a fins do século XVIII.

No tocante ao exército, que creo era o tema central do artigo de Jorge, creo que é unha institución que paulatinamente debería ser eliminada das nosas vidas, a nivel mundial. Os uniformes son moi bonitos e o tiro ao prato moi atractivo, pero creo que hoxe en día un exército é inútil, e non sei ata que punto se pode falar de democracias se esas democracias gastan enormes cantidades en recursos militares. E non creo que a labor humanitaria sexa unha escusa, hai moitos máis xeitos de levar a bo porto tarefas humanitarias sen ter que contar con fulanos armados.

Saúdos.

Sísar dijo...

La libertad hay que conquistarla cada día Teive.

Los ejercitos hoy en día nada tienen que ver con esa representación antaño y son los garantes de los derechos individuales y humanos.

Es impensable mientras siga habiendo dictadores y no haya democracia en todo el mundo su supresión. Lo contrario es un panorama idílico.

Anónimo dijo...

Xa, pero resulta tristemente irónico que os garantes dos dereitos individuais e humanos teñan que ser uns fulanos armados, sobre todo se temos en conta que a práctica totalidade dos dictadores que hoxe hai están no poder grazas a un golpe militar, é dicir, do exército. Ata se podería pensar que a falta de democracia en moitos casos e froito da militarización das sociedades, véxase o caso de determinados estados africanos.

A liberdade hai que conquistala, pero non coas armas, e o exército, por moito que teña cambiado, implica o emprego, nalgún momento, das armas.

Saúdos.

Sísar dijo...

Es que no puedo estar en contra de lo que dices Teive. Creo que todos pensamos igual pero la realidad es muy distinta y hay amenazas internacionales muy fuertes, más con el aumento del integrismo musulmán.

Lo idílico sería que todo el presupuesto militar de las naciones se destinase a otras causas sociales, pero no se puede obviar el excelente papel que en el panorama internacional están realizando las fuerzas armadas españolas.

Sísar dijo...

Teive: "España é un Estado moderno que non foi considerado como nación ata a constitución do 1812"

El concepto de nación no existía antes del siglo XIX, fue una solución adoptada por el capitalismo incipiente que buscaba un mercado unido y estable.

En la reunión de la 2ªInternacional Socialista se decidió desligar el concepto de nación de territorio y asociarlo a pueblos y culturas. Esta situación provocaría años más tarde legitimidad a gobiernos autoritarios para expandir sus ideas y crear federaciones tipo Yugoslava o Soviética. También se sirvió de ella Hitler en su expansión.

Karl Marx también tuvo un papel importante en el desarrollo de la identidad de pueblos oprimidos, término que le servía para sus intereses de promover la revolución social.

España con nación o país es la más antigua de Europa. Ha habido una continuidad y estabilidad territorial durante siglos que ninguna otra puede afirmar.

Anónimo dijo...

Ben con esa cita que ti tomas estaba repondéndolle ao "teniente", que dixo "y se reconoce su existencia como nación en 589", algo imposible polo que ti mesmo indicas: "el concepto de nación no existía antes del siglo XIX". Aínda que iso é matizable, xa que si existía, pero ligado a pobos e culturas; iso non é un invento dos socialistas decimonónicos.

É España a nación, país ou estado máis antigo de Europa?
Non realmente, se nos atemos á historia, sería Francia o "estado" máis antigo de Europa baixo un goberno visigótico con corte en Toulouse. E a nível peninsular sería o reino suevo, con corte Braga ou Porto, fundado arredor do 409-19. Os visigodos non entrarán, de xeito definitivo, na península ata o 507 trala derrota que sofren de man dos francos en Vouillé, coa morte do seu rei Alarico e coa perda do reino de Toulouse; é entón cando se trasladan a Toledo.

E sobre o da continuidade e estabilidade territorial, iso tampouco é verdade ao 100%. Dende un punto de vista xeográfico, é certo que a península pouco cambiou, non sendo por unha subida do nível do mar que fixo que pareza que castros como o de Baroña estaban a pé de praia (algo que non é certo de todo).
Tocante á Hispania, ese é o nome que os fenicios lle deron a un territorio, do que tiraban materias primas como estaño ou cobre, e que significa algo así como "terra de coellos", aínda que hai autores que podería ser "terra das forxas", idea non moi peregrina dados os productos que se extraían desta terra. Pola súa banda os gregos bautizáron o territorio a partir dun río moi grande que se atoparon, o Iber ou Eber, hoxe chamado Ebro.
O caso é que cando chegan os romanos, non crean unha provincia enorme que se chame Hispania e abranga toda a península, non. Eles chegaron e tomando parte do levante español crearon a Hispania Citerior, a máis próxima á Roma, e a Ulterior, a máis alonxada, quedando un 70% do territorio fóra do poder romano. Esas provincias van medrando ata que toda a península fica baixo poder romano con Octavio Augusto, e fica dividida nas provincias Tarraconense, Baetica e Lusitana.
Co emperador Caracalla da Tarraconense saen a Gallaecia e a Carthaginense, división que se reafirmará con Diocleciano.
Pero non constituían un todo entre todas, eran provincias independentes entre sí que formaban parte dun todo que era o Imperio Romano.
Hispania non era unha denominación administrativa, era unha denominación xeográfica, e vendo o movemento das fronteiras interprovinciais, a estabilidade territorial queda un pouco en entredito.

Logo, xa antes da caída do Imperio, chegan os vándalos, alanos e suevos. Os primeiros pasan para África, os segundos non se sabe realmente qué foi deles (hai moitas teorías, pero só iso), e os terceiros deberon de asinar un "foedus" co poder romano xa que cara o 409-19, como xa se sinalou, constitúen o primeiro reino penínsular tralo poder romano, o reino suevo.
Logo de 507 penetran os visigodos que fixan corte en Toledo e de vez en cando guerrean cos suevos ata a caída do reino destes últimos arredor do 585.
No 711 entra na península o Tariq ibn Ziyad ao mando do exército do rei Mussa e o reino suevo desfaise coma un castelo de naipes.
Logo diso a península fica dividida entre os reductos cristiáns do norte e o poder musulmán no sur.
Un pouco máis tarde comeza esa farsa chamada Reconquista, farsa porque o que realmente atopamos é unha serie de reinos novos que pretenden conquistar un territorio que teñen ao sur, é dicir, non eran os visigodos que viñesen reconquistar o territorio perdido.
A reconquista vaise facendo dun xeito bastante curioso, con tira e afrouxas por ambos os bandos, ata chegar ao punto no que, do pasado esplendor musulmán (en moitos casos destrozado polos ignorantes cristiáns, o avance cultural e científico dos andalusís é unha realidade que non podemos obviar) só queda o reino nazarí de Granada.
Pero o poder cristián non está capitalizado por un único reino, na realidade atopamos o reino de Galiza, o de León, o de Portugal, o condado de Castela (logo reino) que conformarán a coroa de Castela, pero sen desaparecer, os reis de Castela son reis de Leon, de Galiza, etc, etc (contando tamén coas sucesivas, ata a definitiva a comezos do XV, separacións de Portugal); e por outra banda temos os condados cataláns, o reino de Aragón, o de Navarra, o de Valencia... que conformarán a coroa de Aragón, tamén sen desaparecer.
Logo da caída de Navarra quedan esas dúas coroas que esconden detrás esa maraña de reinos diferentes.

Claro, a historiografía española tradicional fálanos para este momento da unidade de España baixo o reinado dos Reis Católicos, pero o certo é que a división entre as coroas, e cada unha vai á súa respectiva bola. E iso é algo que seguirá por séculos, por exemplo o catastro do marqués de Ensenada (1749-1753) foi elaborado exclusivamente para a coroa de Castela, sen contar coa de Aragón, e iso xa demostra bastante que esa unión territorial non é tal.

A abolición de toda esa maraña de reinos non virá ata o 1833, durante a rexencia de María Cristina, coa creación do sistema de provincias, que logo daría lugar a pronunciamentos como o de Solís de 1846, que foi aproveitado por Antolín Faraldo, Rodríguez Terrazo e outros para reclamar a emancipación (lembremos as súas gacetas como "El emancipador gallego") e independencia administrativa para Galiza, recuperando o estatus que tivera como Reino de Galiza.

É dicir, ese costume de aludir ao reino de Galiza non é un invento dos nacionalistas de agora, é algo que xa se ven arrastrando dende o provincialismo, o rexionalismo e o nacionalismo decimonónicos; contra o que o PP nos di de que o rexionalismo só falaba de rexións dun xeito insípido, cousa que é mentira, xa que falaban de rexión porque aquí aínda non agromara de feito o concepto de nación e nacionalidade, pero o certo é que o 90% dos rexionalistas evoluíron ao nacionalismo logo da asimilación do termo nación ao que eles reivindicaban como rexión.
E baste botarlle unha ollada ao estatuto do 36 para comprender que niso ao que Núñez Feijóo aludiu de que "Castelao e Bóveda asinaron un estatuto de rexión", a rexión de Bóveda e Castelao pouco ten que ver co que Núñez Feijóo pretendía, xa que rexión e nación aparecen practicamente como sinónimos.

Pero ben, voltando ao cerne do asunto, o certo é que a pretendida, pola tradición centralista española, unidade, estabilidade, continuidade territorial de España non é realmente certa, senón que a historia moi complexa, e é a propia dun estado plurinacional, cousa que non ten por qué levar a unha ruptura do estado en absoluto.

Poñías o exemplo de Iugoslavia ou da antiga URSS, pero o certo é que a España de Isabel II é un exemplo bárbaro, posto que ese goberno deu un paso máis e directamente suprimiu a federación (e non son palabras miñas, a propia historiografía española tradicional fala de reinos federais, fixando como exemplo paradigmático á coroa de Aragón) substituíndua por un estado totalmente centralizado.

Saúdos e perdón se me estendín demasiado,

Tevye